Como persona que siempre ha confiado en la comunicación y que cree firmemente que “si no hablan de ti no existes”, acertada frase, me ha gustado reencontrarme con una vieja amiga, periodista y desde hace años corresponsal de guerra, que este año estará en la entrega de los Premis Ones.
Hablo de Mayte Carrasco a quien el jurado de los reconocimientos ha decidido entregar la Mención Especial Mare Terra por su trayectoria profesional cubriendo información desde lugares en plena guerra caso de Afganistan, Chechenia o más recientemente en Siria. A Mayte la podemos leer en diferentes periódicos donde colabora, El País es uno de ellos, y ver en televisión explicando lo vivido, por ejemplo en Telecinco, con una profesionalidad difícil de ejercer cuando sabes que te la juegas y ves caer a otros compañeros.
Las guerras siempre se cobran víctimas inocentes y entre ellas se suman a las listas injustas de bajas los corresponsales, redactores, cámaras de televisión o los fotógrafos. Es la parte más injusta de la propia injusticia de la guerra.
La tarea de informar se complica pues aún más en los casos en que la información está en una calle llena de francotiradores y las imágenes hay que tomarlas, con la crueldad que las rodea, tras un atentado, la explosión de bombas o tiroteos que dejan llantos, gritos, huérfanos y viudas.
De ahí que esté más que contento del regreso a España de Mayte tras su trabajo en la ciudad siriana de Homs. Nos conocimos hace años durante su etapa profesional que la trajo a Tarragona y hasta llegó a presentar una de las ediciones de los Premis Ones. El tiempo nos ha llevado por espacio diferentes pero por caminos idénticos porque ella ha seguido informando y yo me he mantenido informado y confiando en la información.
Conozco a muchos otros periodistas. Con algunos he trabajado intensamente, con otros he compartido entrevistas, almuerzos o aquellos cafés con tertulia que tanto necesita el hombre como ser humano para saber que sigue vivo y tiene emociones. Como en todo en esta vida, los hay que no dignifican su profesión, que ejercen desde los intereses privados o de empresa. Esos quedan excluidos, autoexcluidos me atrevería a decir, de la larga nómina de buenos profesionales a los que dedico este escrito y en el que también quiero destacar a los muchos periodistas comprometidos con este planeta, con el medio ambiente, la solidaridad y la justicia social, gente a la que he conocido especialmente a raíz del nacimiento de la Red Internacional de Escritores por la Tierra.
Soy un enamorado de la radio, me encanta escribir artículos y poesías, ver la televisión y actualizar los espacios de Internet que pertenecen a las entidades que presido. Sé que la información es útil y necesaria y que si queremos existir debemos saber qué pasa en el mundo pero también a nuestro alrededor más cercano.
Mi enhorabuena a esta profesión, que es más que eso, y a todos aquellos que la ejercen con profesionalidad. El periodismo, como el ecologismo o la cooperación, son conceptos distintos a un oficio porque parten siendo una forma de vida que da placer desarrollar.
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